Antecedentes
Efecto de la edad relativa
Para lograr un buen resultado académico, deportivo y, en general, en cualquier ámbito competitivo, se ha demostrado que es necesario contar con una serie de características y cualidades. No obstante, en todas las facetas de la vida existen personas que tienen un talento natural que les permite destacar por encima de las demás. El talento es la capacidad innata, intelectual o deportiva de un individuo para tener éxito en el desarrollo de una actividad académica o deportiva (Williams y Reilly, 2000). A pesar de esto, el talento es una variable dinámica que varía según el contexto, las experiencias y los recursos personales y puede llegar a compensarse (Sarmento, Anguera, Pereira y Araújo, 2018). Sin embargo, no todo el mundo tiene un talento por encima del resto y las habilidades de una persona desde su nacimiento y que no son aprendidas, pueden descartar o disminuir automáticamente el rendimiento de algunos individuos en un ambiente competitivo, donde determinados matices marcan una diferencia. Por este motivo, para garantizar la igualdad y evitar diferencias significativas entre sus individuos, cualquier sistema social, académico o deportivo fija unos baremos de selección que ajustan la dificultad de las tareas propuestas y los resultados a un nivel madurativo correcto. De este modo, para garantizar la igualdad durante los periodos de formación académica y deportiva de los niños y los jóvenes, se sigue un proceso que los agrupa solamente considerando su edad de nacimiento. En consecuencia, en la gran mayoría de estos procesos de selección, al abarcar un año natural, como mínimo, se produce una diferencia inevitable entre todos los sujetos del grupo provocando que los individuos nacidos en los primeros meses de un año parezcan más talentosos (Abbott, Moulds, Salter, Romann, Edwards y Cobley, 2020).
En un contexto educativo, este efecto explica que, dentro de los estudiantes del mismo curso académico, los relativamente más jóvenes presentan más problemas académicos que sus compañeros mayores en edad relativa (Dickinson y Larson, 1963; Davis, Trimble y Vincent, 1980; Bell y Daniel, 1990; Hauck y Finch, 1993). Por lo tanto, esta diferencia de edad relativa, que es típica de la mayoría de las escuelas del mundo, parece estar asociada con variaciones significativas en el desarrollo emocional y cognitivo de los estudiantes (Morrison, Smith y Dow-Ehrensberger, 1995). Por otro lado, en un contexto deportivo, el RAE tiene importantes implicaciones, sobre todo en las disciplinas deportivas que se centran en los recursos de potencia y/o tamaño corporal (natación, atletismo, fútbol) (Malina, 1994). En este ámbiente, este efecto es la probabilidad de que los deportistas que nacen en los primeros trimestres del año natural tengan más posibilidades de participar en competiciones más importantes produciendose una mayor representación de deportistas nacidos en los primeros meses del año. En consecuencia, en un contexto competitivo determinado, el RAE implica una menor presencia y rendimiento de los deportistas que nacen en los últimos trimestres del año. La definición del RAE asume que el corte se realiza en enero del año natural. Sin embargo, algunos estudios demuestran que el RAE también se observa cuando el corte se produce en otros meses distintos; por ejemplo, en septiembre (Helsen, Starkes y Van Winckel, 2000).
En estas situaciones, pueden coexistir deportistas que, aun habiendo nacido en el mismo año, presenten diferencias de peso y altura de hasta el 20%; complementado por la posibilidad de haber vivido hasta un 10% más de experiencias vitales (Lesma, Pérez-González y Salinero, 2011). Por ello, la variabilidad interindividual del crecimiento y la maduración de los deportistas más jóvenes conduce, inevitablemente, a un rendimiento deportivo diferente, una probabilidad diferente de ser seleccionados y, en algunos casos, a un abandono prematuro de la práctica deportiva (Helsen, Starkes y Van Winckel, 1998). Aunque el desarrollo madurativo llega a todos los niños y adolescentes antes o después, el efecto de la edad elativa en el proceso condiciona la proyección de la mayoría de los deportistas afectados a largo plazo. Por lo tanto, puede ser muy relevante conocer las consecuencias del RAE en distintos contextos deportivos para poder adoptar medidas que minimicen su efecto y sus consecuencias: aplicación de procedimientos de ajuste, modificación de fechas de corte o ajuste del entrenamiento (Helsen, Starkes y Van Winckel, 2000; Cobley, Abbott, Eisenhuth, Salter, McGregor y Romann, 2019; Abbott, Moulds, Salter, Romann, Edwards y Cobley, 2020; Staub, Stallman y Vogt, 2020).
Efecto de la edad relativa en el deporte
La mayoría de los análisis en contextos deportivos se han realizado en deportes de equipo, pero también se han desarrollado análisis en deportes individuales. En relación con todas estas investigaciones, los deportes de equipo son los que a menudo se practican con numerosos componentes (es decir, más de un jugador por equipo), mientras que los deportes individuales son los que involucran a un solo miembro en una competición contra otro deportista o un evento determinado. Además de esa división entre deportes de equipo y deportes individuales, las investigaciones matizan que los deportes individuales se dividen a su vez en deportes físicamente exigentes (es decir, condicionados principalmente por la resistencia o la fuerza); deportes basados en una habilidad o técnica concreta que el deportista debe dominar, que son normalmente identificados por criterios de movimiento; y los contextos que utilizan categorías o clasificaciones de peso (Cobley, Baker, Wattie y McKenna, 2009; Smith, Weir, Till, Romann y Cobley, 2018).
Desde los años 80 se han realizado estudios que analizan el RAE en distintos deportes y contextos ampliando y confirmado los resultados de los dos trabajos iniciales mencionados (Grondin, Deshaies y Nault, 1984); Barnsley, Thompson y Barnsley, 1985). Aunque se ha evaluado el RAE en deportes diferentes, la mayoría de los estudios realizados hasta la fecha se han focalizado en el hockey sobre hielo, el fútbol y el baloncesto. Este sesgo está provocado por el país de los investigadores y la procedencia de las muestras porque la mayoría de los estudios y muestras provienen de Estados Unidos, Canadá, Australia y Reino Unido. Por este motivo, la mayoría de los trabajos se han centrado en los deportes de equipo mayoritarios y más populares de estos países (Cobley, Baker, Wattie y McKenna, 2009; Smith, Weir, Till, Romann y Cobley, 2018). Sin duda, ya que hay deportes más populares que otros, no existe la misma información para todos ellos, dependiendo principalmente de la localización geográfica de los investigadores que lo realizan. Por este motivo, deportes como el fútbol y el hockey sobre hielo han sido los que más investigaciones han atraído (Cobley, Baker, Wattie y McKenna, 2009; Smith, Weir, Till, Romann y Cobley, 2018). Entre sus principales resultados, los estudios que han analizado atletas de hockey sobre hielo indican que aquellos que han nacido más cerca de la fecha de corte no solo tenían más probabilidades de jugar en niveles más competitivos y con más recursos, sino que también tenían menos probabilidades de abandonar prematuramente (Helsen, Starkes y Van Winckel, 1998; Bruner, Macdonald, Pickett y Côté, 2011; Hancock, Seal, Young, Weir y Ste-Marie, 2013). Por otro lado, en el fútbol se han encontrado resultados muy similares a los del hockey sobre hielo, destacando que la mayoría de los jugadores que llegan a nivel profesional han nacido en el primer trimestre del año (Brewer, Balsom, y Davis, 1995; Helsen, Williams y Van Winckel, 2005; Vaeyens, Philippaerts y Malina, 2005). Además de los trabajos mencionados, el RAE también se observa en otros deportes de equipo como el rugby (Till, Cobley, Wattie, O'hara, Cooke y Chapman, 2010) y el béisbol (Grondin y Koren, 2000), entre otros. A pesar de existir un elevado número de trabajos que han confirmado el RAE en el deporte, se ha encontrado una disparidad de resultados significativos en deportes más técnicos, tanto en equipo como individuales, como el taekwondo, el judo, el baloncesto, la gimnasia o el fútbol americano (Staub, Stallman y Vogt, 2020).
En estos contextos y deportes se demostró el efecto de la edad relativa, así como en otros deportes de equipo menos analizados como el béisbol y el voleibol (los dos siguientes contextos más examinados). En estos deportes de equipo es habitual seleccionar a los deportistas más competitivos y fuertes que suelen ser los nacidos en los meses más próximos al corte de la categoría (alevín, cadete, infantil, juvenil). Esta decisión genera que los deportistas más desarrollados puedan disfrutar también de más experiencias competitivas frente a sus compañeros de menor edad en la categoría, llegando a ser menos exigentes con los nacidos en la última parte del año (Lesma, Pérez-González y Salinero, 2011). Por otro lado, aunque se hayan realizado menos análisis en deportes individuales, los más estudiados han sido los deportes de invierno, la esgrima, el tenis y la natación, entre otros deportes minoritarios y con menor presencia (Cobley, Baker, Wattie y McKenna, 2009).
De manera más específica, dentro de los deportes de equipo, uno de los más estudiados y que confirma el RAE ha sido el hockey sobre hielo. De hecho, los primeros trabajos que estudiaron el RAE en los años 80 se desarrollaron en Canadá y con equipos de hockey sobre hielo. En las investigaciones desarrolladas con muestras de jugadores de hockey sobre hielo se demuestra que existe un alto riesgo de RAE, especialmente durante la adolescencia y en competiciones de alto nivel (Nykodým, Bozděch, Agricola y Zháněl, 2020). De hecho, este efecto se observa en todos los tramos de edad y niveles competitivos de manera consistente. Además, en los países en los que este deporte se practica de forma masiva y es muy popular, existe mayor probabilidad de que se produzca este efecto. No obstante, lo habitual es que una vez que los deportistas han alcanzado las categorías absolutas este efecto desaparezca por múltiples motivos (Cobley, Baker, Wattie y McKenna, 2009). Aunque la mayoría de las muestras utilizadas para estudiar este deporte han sido de deportistas de género masculino, también existen trabajos que estudian muestras de género femenino. Los resultados de estos estudios también confirman que el efecto es muy fuerte en edades tempranas y en contextos con una alta competitividad. Sin embargo, en entornos menos competitivos el efecto es menos probable. En los análisis realizados con muestras de adolescentes de género femenino se observa que la diferencia entre trimestres va disminuyendo, pero sigue habiendo una gran diferencia entre los niveles más competitivos y los niveles competitivos menos intensos (Smith, Weir, Till, Romann y Cobley, 2018). Al igual que se ha demostrado para los deportistas de género masculino, al alcanzar categorías absolutas, el efecto empieza a desaparecer.
Otro de los deportes en los que más se ha estudiado ha sido el fútbol, por su popularidad en casi todo el mundo. En la mayoría de las investigaciones realizadas para analizar este deporte se demuestra también que el fútbol es un deporte con un alto riesgo de sufrir el efecto de la edad relativa (Cobley, Baker, Wattie y McKenna, 2009; Sarmento, Anguera, Pereira y Araújo, 2018). De hecho, los estudios han confirmado que el efecto es mayor que en el hockey sobre hielo. En este deporte, los adolescentes de entre 15 y 18 años y los que compiten en niveles de alta competición, son los más expuestos y sensibles al RAE. Por el contrario, aunque también se observaron efectos significativos muy pequeños en otras franjas de edad, el entorno de la infancia (menos de 11 años) y en contextos recreativos (bajo nivel de competición) presentan un menor riesgo de RAE. Igual que en el hockey sobre hielo, una vez que los deportistas llegan a las categorías superiores, el RAE disminuye o desaparece, aunque debe destacarse que el fútbol es uno de los deportes en los que muchos atletas con talento en la infancia y adolescencia no pueden desarrollar en categorías superiores todo el potencial que han mostrado previamente, al desaparecer la diferencia de rendimiento derivada del RAE (Cobley, Baker, Wattie y McKenna, 2009). Debido a su popularidad en España, este deporte ha sido el más utilizado por investigadores españoles para comprobar este efecto en un contexto nacional. La mayoría de los trabajos realizados han confirmado también el efecto de la edad relativa durante la niñez y adolescencia de los futbolistas españoles (Mujika, Vaeyens, Stijn, Santistebán, Goiriena y Philippaers, 2009; Gutiérrez, Pastor, González y Contreras, 2010; Lesma, Pérez-González y Salinero, 2011). Por otro lado, con relación a este deporte, también existen trabajos que utilizan muestras de género femenino que confirman que el efecto es mucho menos probable en adolescentes y entornos menos competitivos, que en edades tempranas y en contextos con una alta competitividad (Smith, Weir, Till, Romann y Cobley, 2018). En los estudios ya realizados con muestras de adolescentes, se observa que la diferencia entre trimestres va disminuyendo, hasta desaparecer el RAE; al igual que se ha demostrado en los deportistas de género masculino.
Entre los deportes de equipo, otro de los más estudiados es el baloncesto. La mayoría de los estudios con muestras de jugadores de baloncesto confirman el efecto de la edad relativa, al igual que en el hockey sobre hielo y el fútbol, incluso con muestras de jugadores españoles (López de Subijana y Lorenzo, 2018). Los análisis realizados en este deporte indican que en casi todas las edades, desde la niñez a la adolescencia (10-18 años), es donde se puede encontrar más diferencia en el efecto. Es la etapa en la que los jugadores se empiezan a desarrollar y eso provoca que los que nacen en enero puedan desarrollarse antes que los que nacen a final de año. Por esa razón, en esta edad se muestran más diferencias entre trimestres. Sin embargo, en los análisis de los jugadores con edades superiores a los 18 años, el efecto apenas existe (Cobley, Baker, Wattie y McKenna, 2009). Aunque se han realizado más estudios con muestras masculinas que femeninas, también se han analizado muestras de jugadoras de baloncesto. En estos estudios con el género femenino se observan resultados similares a los del género masculino. El efecto es más notable cuando son más jóvenes. Al hacerse mayores, la diferencia va disminuyendo y, cuando ya son adultas, apenas se percibe (Smith, Weir, Till, Romann y Cobley, 2018).
Por otro lado, dentro de los deportes individuales, los más estudiados han sido con muestras de jóvenes que practican y participan en deportes de invierno (Raschner, Müller y Hildebrandt, 2012; Steidl-Müller, Hildebrandt, Raschner y Müller, 2019). Uno de los principales, en sus distintas modalidades, es el esquí. Este deporte individual está muy condicionado por sus características técnicas (Baker, Janning, Wong, Cobley, y Schorer, 2014). En estos trabajos se demuestra que tanto en el esquí masculino como en el esquí femenino, en niveles no competitivos, no se pueden encontrar efectos significativos de la edad relativa. Sin embargo, en los equipos de alta competición, sí que se observan diferencias entre la fecha de nacimiento de los deportistas que participan en estas competiciones (Smith, Weir, Till, Romann y Cobley, 2018).
El tenis también es unos de los deportes individuales más destacados. Sin embargo, a diferencia del esquí, es un deporte claramente de habilidad y técnica. Un deporte de técnica es aquel en el que son necesarios una serie de conocimientos específicos para llevar a cabo correctamente el movimiento correspondiente. En este caso, el tenis tiene diferentes movimientos, dependiendo de la posición de la raqueta en momentos determinados y no depende tanto del físico del deportista. Aquellos deportistas que adquieran rápidamente el movimiento técnico tendrán una ventaja competitiva (Cobley, Baker, Wattie y McKenna, 2009). En consecuencia, al no depender tanto del físico, los estudios han demostrado que no sufre del RAE como en los deportes de equipo u otros deportes individuales menos técnicos y más dependientes del físico durante la niñez y la adolescencia (Edgar y O’Donoghue, 2005; Ulbricht, Fernández-Fernández, Méndez-Villanueva y Ferrauti, 2015). Por esa razón, el mes de nacimiento en este tipo de deporte no es muy significativo. Por ejemplo, si un tenista de 13 años que ha nacido el 20 de enero juega contra otro que ha nacido el 30 de noviembre, pero la técnica del que ha nacido el 30 de noviembre es mejor que la del que ha nacido el 20 de enero, obviamente el de noviembre tendrá mayores oportunidades de ganar. Por lo tanto, podría confirmarse que el mes de nacimiento en la mayoría de los deportes individuales muy técnicos no es un elemento determinante en el periodo de desarrollo.
Otro de los deportes individuales muy técnicos estudiados es la esgrima. Curiosamente, al igual que ocurre con el tenis, aunque no hay muchos estudios con muestras masculinas, apenas se percibe un efecto del RAE en los deportistas de género masculino que practican este deporte (Cobley, Baker, Wattie y McKenna, 2009). Sin embrago, en el ámbito de la esgrima femenina sí que se han desarrollado más trabajos. En esos análisis se observa que hay un efecto, pero por debajo de los 11 años (Smith, Weir, Till, Romann y Cobley, 2018). Sin embargo, a partir de esa edad el efecto se diluye muy rápidamente en contextos lúdicos y recreativos. Lógicamente, al igual que en el tenis, es debido a su alta dependencia de habilidades y movimientos técnicos.
Por último, a pesar de existir poca evidencia, uno de los deportes individuales donde se ha confirmado un gran efecto de la edad relativa es la natación (Hancock, Seal, Young, Weir y Ste-Marie, 2013; Cobley, Abbott, Dogramaci, Kable, Salter, Hintermann y Romann, 2018; Abbott, Moulds, Salter, Romann, Edwards y Cobley, 2020; Staub, Stallman y Vogt, 2020). En los análisis realizados con muestras de este deporte, se observa que, tanto en la natación masculina como en la natación femenina, hay una diferencia muy significativa del RAE entre los primeros dos trimestres en comparación con los últimos trimestres (Cobley, Baker, Wattie y McKenna, 2009; Smith, Weir, Till, Romann y Cobley, 2018). De los 11 a los 17 años, los primeros seis meses tienen un efecto de la edad relativa superior a otros deportes. La natación es un deporte técnico, pero que depende de la resistencia y la fuerza del deportista. Aunque se adquiera la técnica en edades tempranas, si un nadador se ha desarrollado antes que otro por haber nacido unos meses antes, puede tener más fuerza y resistencia, avanzando y resistiendo mejor en la mayoría de las pruebas.
En conclusión, la revisión de los estudios encontrados permite afirmar que los deportes que más riesgo tienen de sufrir el RAE son los deportes de equipo, como el hockey sobre hielo y el fútbol, entre otros. Además, aquellos deportes individuales que no dependan exclusivamente de la técnica, también tienen una alta probabilidad de estar afectados por el RAE. Sin embargo, no existen suficientes trabajos que confirmen esta afirmación en deportes como la natación, especialmente es España. Por este motivo, esta investigación pretende incidir en esta cuestión.